Misterio bufo. Entre la lucha de clases y la redención del hombre
La actriz Silvia Garzón escenificó en Sala Guirigai una versión de la obra de Darío Fo sobre un lenguaje escénico propio fundiendo danzas orientales con la tradición medieval europea. Los miembros de la compañía La Oveja Negra, el dramaturgo Agustín Iglesias y nuestro director tuvieron la oportunidad de conversar con la actriz sevillana tras su actuación.
El pasado viernes 26 de septiembre tuvimos oportunidad de asistir en la Sala Guirigai al montaje de Misterio Bufo, original de Darío Fo, dirigida e interpretada por Silvia Garzón, integrante de la compañía sevillana TNT Atalaya Teatro, quien desplegó toda su energía en una dramaturgia peculiar fundiendo diversas tradiciones populares en torno a un lenguaje corporal y gestual que potencian la interpretación del actor.
Gracias al centro experimental TNT donde trabaja, tiene acceso a diversos especialistas y por ello, la creación de su lenguaje teatral propio (basado en las investigaciones de Darío Fo), se encuentra fundido con las danzas orientales como el Kathakali, para las cuales contaría con la colaboración del maestro indio John Kadamandala, la danza balinesa y el Teatro No (asesorada por Cristina Wistari) y la Commedia dell’arte en la que Chacón contaría con la orientación de Claudia Contin y Ferruccio Merisi de la italiana Scuola Esperimentale dell’actore. Este lenguaje corporal nuevo y original hizo que Silvia Garzón se replantease su propia identidad como artista y todo un reto para con ella misma ya que supone hacer algo que tú no harías si no te obligases a entrar en un lenguaje que es ajeno a tu cultura aunque semejante al flamenco, cultura afín a ella, un lenguaje muy visceral, en todos los casos.
Todas estas vertientes teatrales convergen en el uso de la máscara a través de la Commedia dell’arte y de la farsa, aunque Misterio bufo es todo un drama sobre el recorrido de la farsa como manifestación artística y, más concretamente, una interpretación sobre la figura del juglar, transmisor de la cultura popular, desde donde aparece su figura.
Misterio Bufo sitúa al juglar en el eje de la lucha social al enfocarlo como un desclasado a lo largo de la historia (desde un planteamiento marxista) y que, precisamente por serlo, es un elemento subversivo que confiere dignidad al ser humano a través de su propia dinámica de oposición al poder, que persigue subyugar al individuo con ideologías y leyes. Dignidad es lo que desea transmitirnos Garzón haciendo suya la obra de Fo, en una época de crisis de valores nuestra dignidad la están degradando continuamente, el mundo no ha cambiado nada desde que apareció el juglar. Las formas culturales son diversas pero el mensaje es el mismo, y el juglar recupera para el pueblo su identidad frente al poder, que quiere arrebatársela.
Un mensaje político (incardinado en la dialéctica marxista propia de Darío Fo) no exento de una clara dimensión existencial en cuanto el bufón, quien en el tercer y último pasaje de Misterio bufo se vincula a la figura de Jesucristo en cuanto revolucionario y mesías de una nueva realidad al igual que el bufón (opuesto a la figura del cura, servidor del poder).
Un sentido existencial y a la vez político del Misterio bufo decimos, una dualidad consecutiva con la que Dario Fo converge en que, finalmente, será el bufón quien libere al hombre de su propia esclavitud gracias a su locura genial, escenificada hábilmente en la danza-teatro de Silvia Garzón aunque, igual que Cristo, es marginado por esa misma sociedad a la que salva, siendo así tanto Cristo como el bufón, víctimas inmoladas en común por la redención del hombre.
José Juan Martínez Bueso
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