¿Cómo surge la idea del espectáculo? y en este sentido ¿qué puntos de convergencia habéis tenido con Zafra Violeta?

Nosotros y uno de los actores (José Muñoz) queríamos empezar un proceso. Queríamos hablar de la violencia de género, acercarnos al tema, profundizar en esta lacra social. Para ello empezamos un proceso de documentación y es ahí donde entra Fedra Muñoz, integrante de Zafra Violeta, para echarnos una mano. Se escribe el texto. A partir de aquí se unió el resto del equipo. Gracias a ella y a todo el colectivo hemos podido venir a Extremadura a presentar nuestro trabajo y nos están ayudando con la difusión.

¿De qué manera os habéis documentado para crear Los motivos del lobo?

La investigación se enfocaba a tratar de entender cuáles son las causas de esta violencia. De donde sale todo esto, y que es lo que lo está sustentando en la actualidad. Qué actos de nuestra vida cotidiana están relacionados con los roles que asumimos de hombre y mujer. La propia Fedra nos recomendó unas lecturas y tuvimos con ella largos debates sobre el tema con café y cuadernos. También ha sido muy importante la observación del entorno. A veces la calle cuenta más cosas que los libros.

En un plano puramente escénico ¿cuál ha sido el proceso de composición del espectáculo?

Siempre se empieza con un vacío. En nuestro caso tratamos de romperlo mediante el trabajo con los actores: cuatro premisas que todavía no sabes ni a donde van que surgen de tu propio imaginario, del trabajo del texto y de nutrientes de otras disciplinas artísticas. O de la calle como decíamos antes. Tratamos de poner a los actores en situaciones donde puedan desarrollar su imaginación y nutrirnos de eso que nos están dando para elaborar nuevas dinámicas de trabajo y sobre eso ir creciendo. Cuando el trabajo fue avanzando fuimos descubriendo cual era el lenguaje de la obra, en que terreno nos movíamos, y empezamos a concretar escenas. Contactamos con Juanma Zapata y angelapzapata (escenografía y vestuario). Hicimos un ensayo abierto para poder recibir un feedback y seguir ajustando. Aunque realmente la obra nunca deja de cambiar. Tratamos de mantener el trabajo vivo.

¿Qué tipo de dramaturgia habéis trabajado y cómo os habéis sentido a medida que la habéis desarrollado?

Pues mira, nos hemos sentido perdidos, encontrados, desesperados, felices, cansados, motivados… Meterse en un tema de esta magnitud con un compromiso fuerte te hace pequeñito. Ahora estamos muy orgullosos del trabajo y con ganas de compartirlo.

Respecto a la dramaturgia, no es una obra de introducción, nudo y desenlace. Son más bien caras de un prisma. Momentos aparentemente independientes entre sí que conforman una globalidad. Nos hemos centrado en el trabajo actoral. Hemos probado muchas dinámicas diferentes con ellos. Si el teatro desnudo no te engancha, el que se ve en la sala de ensayo, no hay nada que hacer. 

Trabajamos principalmente dos lenguajes. Un plano poético y un plano más cotidiano. Jugamos con la extrañeza. Con alguien que lee un periódico tranquilamente y con composiciones más oníricas que parten, muchas, a partir de los referentes en los que nos basamos pasados por nuestro filtro y otras al proceso de investigación actoral. El espacio sonoro también tiene mucha importancia en la dramaturgia, y durante el proceso estuvo muy presente también. 

¿Sigue viva la dimensión social del teatro para concienciar el entorno social? ¿Qué respuesta ofrece el teatro y por ende el arte (en cualquiera de sus formatos) ante una realidad tan conflictiva y dramática como ésta de la violencia machista?

El teatro siempre tiene una dimensión social, luego se pueden trabajar diferentes objetivos. No se hace mucho eco de este tipo de teatro, o de estas salas escondidas en los rincones de las ciudades. Es difícil conseguir ayudas y difusión. Esta dimensión sigue viva pero es cierto que está bastante asfixiada. Hay mucha gente que está trabajando por este camino. Otra cosa es que sean o no visibles. Que interese o no hacerlos visibles. Para nosotros todo esto no hubiera sido posible sin la colaboración del Centro Cultural Pilar Miro de Vallecas  que nos cedió el espacio para poder elaborar este proyecto. Gente como ellos siguen empujando esto hacia adelante.

El teatro le da a la posibilidad al ser humano de verse desde fuera. De replantearse sus convicciones. Cuando nos sentimos identificados con algo que sucede en escena de repente esas cuatro paredes se convierten en muchas cosas, y nos vemos ahí dentro navegando entre las imágenes y pensando qué pintamos nosotros en ese jaleo. Entonces empiezan a aparecernos preguntas. Ese es uno de los poderes del teatro. Hacerse preguntas sobre la violencia machista es un posible inicio para el cambio.

Aitana, queríamos preguntarte desde un plano puramente personal: el problema de la violencia machista ¿proviene de una cuestión jurídica (de derechos supuestamente adquiridos por ley o tradición) o es más bien una cuestión social?, ¿qué planteamientos modificarías en nuestro entorno para erradicarla o por lo menos reducirla al máximo?

Es jurídico y es social. Está presente en muchas áreas. Algunas condiciones jurídicas son violencia. Que una mujer deba ser bella es violencia. Todo es un entramado muy complejo y muy instalado. Todo esto desemboca en lo que todos conocemos como violencia de género. Pero estas mismas cosas ya son violencia de género. Nosotros comenzaríamos por cambiar las pequeñas decisiones del día a día. Creemos que hay que reforzar la educación en igualdad. Y para eso los que educan deben ser educados. Falta mucha información. Se asocia la violencia de género a clichés y perfiles cuando la verdad está lejos de esto. Hay que adoptar políticas para dar esta educación y trabajar más en la prevención.

José Juan Martínez Bueso