Guirigai americano con Teatro de la Frontera

Entrevistamos al alimón a Agustín Iglesias (dramaturgo y director de Guirigai Teatro), y a Óscar Salinas, director de la compañía chilena Teatro de la Frontera, una alianza teatral en la que han co-producido La especie dominante. Escenas cotidianas de la Gran Recesión, obra original de Agustín Iglesias, una revisión ácida y descarnada sobre las consecuencias negativas del actual sistema económico sobre Occidente, cuyo proceso compositivo y actoral nos desvelan.

Durante la entrevista se van sumando las voces de los actores chilenos del Teatro de la Frontera, compañía formada por Óscar Salinas (Director), Rocío Salazar, Yovanny Ferro, Christopher Villalobos, Nicol Ríos, Nuria Salazar.

La especie dominante es un drama de la sociedad post-industrial en relación a las consecuencias negativas del sistema neoliberal, desgajando la dignidad humana en la adaptación del hombre a este sistema económico de gran empresa, dejando en el camino muchos valores. Este discurso, relacionado con la idea corporativa de Teatro de la frontera entronca directamente porque procedéis de un entorno que pretende reivindicar la cultura mapuche en todas sus manifestaciones y, en este sentido, el sistema neoliberal sería una aculturación en nuestra vida de igual manera que la cultura mapuche ha sido aculturada por la civilización occidental…

Oscar: Las transformaciones ocurridas en Chile tienen que ver con una modificación estructural desarrollada a partir de los 70, que se profundiza a partir del 85 cuando acceden al poder algunos economistas de la escuela de Chicago cuya acción incide en la economía del país en el mediano y corto plazo. Hay modificaciones estructurales muy profundas. Se transforma todo el sistema educativo.  Hay una gran precarización laboral. El estado entrega a la privatización prácticamente todas las industrias nacionales...  Estos cambios se formalizan políticamente con una nueva constitución. En cuanto a la realidad que nos toca compartir con el pueblo mapuche se establecen diversos ámbitos de intervención, reduciendo su mundo y con ello sus relaciones económicas circunscritas a su mundo. El pueblo mapuche no conoce la plusvalía ni el beneficio económico del obrero urbano o industrial ni siquiera del campesino, se basa en una economía de subsistencia sobre la recolección, el intercambio, la agricultura y la pequeña ganadería. Esta forma de vida no tiene nada que ver con el modelo económico impuesto que ha producido una situación de precariedad que está reventando en todos los sentidos. Se están recuperando los valores de identidad del pueblo mapuche. La lengua ha recuperado su sitial y a expresar sus relaciones con el mundo, que lo han conocido en enfrentamiento continuo. El nuevo modelo económico profana su mundo, sus lugares sagrados porque el pasado los alimenta y si no tienen pasado, ya no existen. Toda la naturaleza es espíritu. Este es un valor convertido en instrumento de lucha que se está desarrollando por el pueblo mapuche gracias a diversos foros sociales, diversos ámbitos que nunca tuvieron hasta ahora. Los mapuches siempre fueron campesinos pobres.  Ahora han recuperado el concepto de pueblo-nación y la lucha se ha radicalizado cuando el gobierno chileno ha vendido sus tierras porque la tierra es el corazón del pueblo mapuche. Nosotros también estamos luchando por el respeto, por la igualdad.

Agustín, tú como escritor y dramaturgo ¿pensaste en algún momento en la realidad latinoamericana cuando compusiste la obra?

No. La escribí en el 2011, con el shock que teníamos todos, con la idea de entender qué es lo que nos estaba pensando. Recuerdo que empecé un verano con el personaje del Señor Andreu, inspirado en el consejero de hacienda del gobierno de Mas en Catalunya, por aquel entonces leí una entrevista a aquel señor, y me pareció un hombre bondadoso, simpático …y lo que intenté con La especie dominante era saber qué había detrás de las palabras. Cuál era su verdadero talante, qué era lo que nos vendía y cómo sufríamos nosotros las consecuencias sin dominar ese lenguaje porque durante estos años nos han ido cambiando lentamente el mundo, se había creado una sociedad completamente alienada y confiada y para mí la obra  es descifrar en qué mundo estamos, qué está sucediendo, y entenderlo desde dentro, como víctimas pero también responsables. Porque si no entiendes que la bota que te pisa es una bota (como dijo Brecht) te haces responsable también tú. Cuando propuse esta obra en el programa Iberescena y contacté con Teatro de la Frontera, entendieron que esta era también la realidad chilena. Y también la de USA o Inglaterra porque el sistema de dominación neoliberal nos está aplastando a todos.

¿Ha sido trabajoso para vosotros, actores de Teatro de la Frontera, trabajar sobre los parámetros de Agustín Iglesias?

Un poco, en primera instancia porque no estaba definido qué estilo era. Pero una vez teniendo el texto, ya pudimos modificar algunos parámetros del texto, sobre todo sintaxis. Agustín nos permitió hacerlo como nos encontrásemos más cómodos. (Rocío Salazar) Aún así respetamos y conservamos  la universalidad del texto porque cuando nosotros estrenamos en Chile el público se dio cuenta de que el lenguaje no era tan chileno, ya que teníamos que respetar la universalidad del lenguaje. Lo importante de La especie dominante es que lo podemos hacer en Chile, México, Perú, … modificacmos el texto pero que s mantuviera comprendiendo tanto a nivel local como universal. (Óscar) La narrativa de esta dramaturgia tiene una consistencia propia. A veces costaba modificar la forma concreta que le daba  peso a la información pero lo hemos usurpado porque nosotros hemos percibido (respecto al uso del lenguaje) que adquiere otra dimensión.

(Agustín) De todas formas el lenguaje del texto engaña un poco ya que no es un texto naturalista ni realista. Se muestran giros y sintaxis de uso poético porque al final es un espectáculo del lenguaje. El capital domina en la obra porque el capital domina el lenguaje y esto aparece en la última escena concluyente de la obra, que supone un combate del lenguaje.

En el trabajo interpretativo hay situaciones muy empáticas ¿habéis logrado distanciaros de vuestros personajes? ¿cómo habéis sentido este trabajo  como actores frente a esta realidad tan cercana?

(Rocío) Son personajes muy identificables los de la clase obrera pero no tenemos nada que ver con los de la especie dominante porque nosotros no pertenecemos a esa clase. Cuando tuvimos que interpretar aquellos personajes dominantes hubo que hacer un proceso de acercamiento para poder entender aquellos personajes

(Agustín) Mientras más alejado de ti está el personaje es mucho más enriquecedor para el actor, que se ve obligado a defender su personaje humanizándolo. Cuando un personaje es muy cercano a ti es muy peligroso porque te puedes confiar demasiado e implicarte mucho. El trabajo ha sido muy gratificante pese a que apenas nos conocíamos de antemano porque Teatro de la Frontera tiene una gran madurez interpretativa.

Hay una dialéctica opositiva entre los personajes. Exceptuando los de la clase dominante, los demás personajes están alienados creando  tensión.

(Agustín) La experiencia en la vida es lo que te hace tomar conciencia de la situación. En esta obra todos obran en conciencia. Lo que sucede es que unos toman conciencia y se conforman mientras que otros se rebelan.

Nuestras tradiciones teatrales diversas han enriquecido el trabajo sobre el escenario

(Óscar) Al final uno se da cuenta que las personas  tenemos códigos comunes y empezamos a reconocernos, compartir visiones. Lo que nosotros vivíamos en Chile es muy cercano a la realidad española. Cada una de estas situaciones nos fue reforzando culturalmente y nos ayudó a descubrir un mundo que no conocemos, aunque lo reconocemos. Agustín es un gran maestro en su capacidad dramática y esto reforzó los compromisos. Finalmente, nosotros estamos comprometidos con el arte.

(Rocío) Hubo un intercambio de generosidad. Agustín fue extremadamente generoso en apostar por nosotros. Todos teníamos ganas de aprender.

(Agustín) En estos encuentros de coproducción es muy importante ir en actitud abierta. Nadie sabe más que el otro. Se puede tener más o menos experiencia. Pero nadie tiene la sabiduría ni mucho menos la verdad. Entonces, hay que ser generoso y ofrecer lo que cada uno tiene y aprender de los demás. Esto es fundamental para hacer un buen trabajo. Yo he hecho muchas coproducciones y esta ha sido una donde mejor me he sentido. El espacio de la creación comparte mucha energía y es fundamental sentirse cómodo.  

 José Juan Martínez Bueso

 

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