Patricia Amigo Lorido presenta la obra del polifacético artista Pablo del Barco que recoge poesía, pintura y narrativa, primer invitado del Seminario Humanístico de Zafra en su ciclo El signo experimental
Pablo del Barco es el autor que abre el nuevo curso del SHZ, y lo hace inaugurando un ciclo que lleva por nombre “El signo experimental”. Y es por aquí por donde ha de empezarse a hablar de Pablo del Barco, pues no estamos ante un autor exclusivo de poesía discursiva, sino que tenemos hoy la oportunidad de conocer la obra de alguien que asegura hacer lo único que le gusta en el mundo: escribir y dibujar.
Pablo del Barco nació en Burgos en 1943 y publicó su primer libro de poesía en 1975, al que seguirían más de 40. También ha cultivado la narrativa y se ha dedicado a la traducción de autores tan fundamentales como Pessoa, a la crítica literaria y a la edición. Además, ha expuesto en numerosísimas ocasiones su obra pictórica y él mismo cuenta con una galería, la Factoría del Barco, situada en Sevilla, donde reside y donde ha ejercido también la docencia universitaria.
Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de poesía experimental?, ¿quién decide si una obra pertenece o no a esta suerte de subgénero?, ¿está sometida a los mismos juicios y reglas que la poesía discursiva?,¿ha sido, y quizá lo es aún, menospreciada la poesía experimental? Estas y otras muchas preguntan surgen al acercarse a la obra de Pablo del Barco, que pone de manifiesto la innegable relación entre forma y contenido, entre texto y aspecto, entre palabra e imagen.
No deja de haber, en efecto, cierto recuerdo a las vanguardias que inauguraban el escenario poético del pasado siglo con aportaciones como los archiconocidos caligramas: así, el poeta que hoy nos visita es autor, por ejemplo, de un poema que evoca a la Giralda sevillana con palabras que se entrelazan para dibujar, precisamente, el perfil del monumento.
Pero la experimentación de Pablo del Barco va mucho más allá y podemos conocerla, incluso, a través de secuencias de vídeo que recogenlas creaciones gráficas del autor y hasta les agregan una banda sonora.
Y es que, si hay algo que podemos encumbrar al hablar de la poesía de Pablo del Barco, es la sabia suma de lenguajes de la que se sirve el poeta para construir: construir el poema, sí, y, en definitiva, construir también el mundo.
Esta idea de creación del propio universo poético sitúa la obra del poeta en esa orilla que es la poesía como conocimiento, y no como la comunicación exclusiva de información y experiencias. De hecho, es frecuente encontrar entre sus poemas referencias claras a la necesidad de hacer nacer la realidad:
“No fluye el poema
y hay que ir
inventándose la vida
a cada rato”
“el farero inventa ahora
la guitarra
y canta”
“Debo recomponer el mapa,
rehacer la geografía”
Estas continuas referencias internas a la concepción, a la creación, quizás sirvan también para poner de manifiesto la importancia del proceso creador que lleva a cabo el propio poeta, más allá de cuestiones puramente gramáticas y estilísticas. Se trata la suya de una actividad global, de un conjunto de expresiones posibles que adquieren sentido unívoco: sirva como muestra la edición del libro 14 x 14 sonetos en 1980, conformado por 14 poemas de 14 versos cada uno y cuyo precio fue el resultado de multiplicar 14 x 14, 196 pesetas (1'18 euros). Emisor, receptor, canal, mensaje… todo suma para dotar de sentido a cada acto comunicativo.
Pero esta expresión de nuevas realidades no va en detrimento de la reflexión sobre el tiempo y el mundo en que vivimos: Pablo del Barco también opina, ironiza y polemiza sobre nuestra realidad más inmediata. Yhay en la existencia que describe un cierto sabor a resistencia, a reivindicación de otros puntos de vista:
“en las ópticas esquinas,
en las abruptas miradas,
en los espejos equívocos
y las lupas melladas
se sostiene el mundo”
Y con todo esto entronca, en fin, un deseo de libertad que se desprende de muchos de sus poemas, visuales y discursivos:
“inventando espirales,
poemas sin acero,
y un alma sin modos
y sin definiciones,
con alas abiertas
para asistir libre
al futuro del hombre”
En definitiva, una defensa continua de una realidad nueva, una nueva poesía y una forma distinta de entender el género, el arte y la vida. Hoy tenemos la oportunidad de conocer el mundo a través de una sensibilidad excepcional y de una poesía que es, ante todo, ecléctica, diferente. Como el propio Pablo del Barco dice, Poesía visual es una expresión sin límites porque aún no se condena en una gramática, en una preceptiva, no se condensa en normas; palabra, signo, volumen, color, materia, espacio conviven en lo ambiguo como buenos camaradas, quizás por poco tiempo, dada el truculento fervor humano por definir. Como creador me basta con proponer, mi valor está en la oferta.
Patricia Amigo Lorido
llegar al constructivismo icónico.
José Juan Martínez Bueso
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