La cocina extremeña de los fogones y alacenas es para Isabel Moro un espacio cargado de historia y saberes populares, un museo gastronómico y cultural que refleja la mentalidad del pueblo extremeño a lo largo de los siglos.
Para hablar de las claves y fundamentos de la base y características de la Despensa Extremeña, del por qué y el cómo, bastaría hablar con cualquiera de nuestros mayores. Sobre todo, con esas amas de casa que día a día se las ingeniaban con su buen hacer para aprovechar al máximo y de la mejor manera esos productos que el campo ofrecía. No sin trabajo y esfuerzo, pero que hacía el sustento de toda la familia a lo largo del año.
Ese saber hacer, y esa combinación de alimentos básicos. Eso sí, de gran calidad gracias a los recursos naturales que existían y que creo que ni ellos mismos eran suficientemente conscientes de lo importante que era porque para ellos tener el cerdo ibérico en la dehesa era lo habitual. Sacar cada mañana la oveja merina a la sierra, era tarea diária. Arar la huerta, preparar la tierra para sembrar todo tipo de hortalizas, verduras y frutas. Cuidar el olivo durante todo el año para tener ese aceite, cosechar la uva y hacer el vino…etc, era su trabajo diario.
Casi sin darse cuenta, de una forma natural, con mínimos recursos pero con una materia prima excelente crearon lo que hoy es, gracias a ese esfuerzo un legado que llamamos la Despensa Extremeña. Como me dijo alguien en una ocasión entonces se trabajaba para subsistir con lo que había. No se buscaba más porque no había más.Y siguiendo con nuestro recorrido y si miramos en el rincón de enfrente, nos encontramos tres talegas. Una llena de garbanzos perfectamente límpios, otra de judías pintas que con un chorizo y oreja de cerdo están riquísimas y la otra talega que queda es para los chícharos o carillas. Otra legumbre riquísima para ese puchero de invierno.
Aún no hemos terminado, porque si nos vamos hacia el otro rincón, tenemos un tinaja enorme con una tapadera de madera y un vaso de porcelana encima. Dentro, aceitunas perfectamente aliñadas con su ajo, laurel,tomillo, pimiento seco, piel de naranja y limón, que le dan un aroma especial. A la hora de la comida, con el vaso de porcelana se sacan unas poquitas para acompañar cualquier puchero.
Nos falta otra tinaja. ¿¿Sabéis cuál?? …la tinaja del vino, en este caso de madera. Ese vino elaborado de forma artesanal, pisado y fermentado, sin marca alguna, casero pero que no podía faltar en las comidas y en las meriendas con ese trozo de pan y queso.
En época de sandías y melones era todo un arte preparar las casas para colgarlos y mantenerlos en perfecto estado durante meses. Hoy en día se sigue haciendo en algunos pueblos de Extremadura.
Queda mucho por contar pero estoy segura de que por unos minutos hemos compartido vivencias y recuerdos que muchos añoramos. Estoy segura que de aquí en adelante cuando habléis de la Despensa Extremeña, también lo llamaréis Museo Gastronómico Extremeño.o
Nos ponemos en situación y recordamos esa casa grande de pueblo con distintas dependencias, cada una destinada a una función concreta.
Recuerdo una cocina de mantanza. El techo lleno de varas perfectamente alineadas. En la parte izquierda colgaban las morcillas de patatas, en el centro los chorizos, en la parte derecha las morcillas de calabaza. Y alrededor de todas y cerrando el circulo, los estupendos lomos de cerdo.
Por otro lado, en la pared del fondo, dos maderas sujetas por dos clavos grandes. En cada estante dos filas de quesos de vaca o cabra. En fila de arriba, los quesos untados de aceite y la de abajo los quesos untados de aceite y pimentón de la Vera, por supuesto. Tarea diaria era la de untar todos los días los quesos y darles la vuelta para que tomaran olor y sabor.
En otro lateral de la cocina nos encontramos con unas tablas en forma rectangular clavadas a la pared, donde están colgadas las ristras de ajos y cebollas perfectamente trenzadas. Y a su lado, las ristras de pimientos secos. Solo el contraste de colores acompañado de ese trenzado llaman la atención. Es todo un arte.
Justo debajo nos encontramos con dos estantes más, de pared a pared. Madera vieja, sin tratar y ni falta que le hace. Este espectáculo ya es para recrearse. Encontramos conservas de todo tipo. Una hilera de botes llenos de todos los productos de la huerta: judías verdes, pepinillos en vinagre, pimientos asados, tomate natural o frito, mermeladas, frutas en almíbar…etc.
Todo perfectamente conservado para ser consumido en cualquier momento.
Fuente Foto: Fiverings
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