Aproximación a la obra de Guillem Viladot, uno de los pioneros de la poesía visual en España, de gran repercusión a lo largo del tiempo y cuya herencia recoge la Fundación Lo Pardal en Agramunt (Lleida)
Con respecto a la poesía concreta y a la tipográfica (la segunda línea de creación propuesta) observamos en Viladot una preferencia por la simetría de los elementos para connotar plásticamente estatismo, inmovilidad e incluso tedio (lo que se hace patente en Poemes de la incomunicació), rasgo que ha llevado a Felipe Muriel a señalar que Viladot creó el poema cubo sin embargo creemos que esta es una estructura recurrente iniciada en la poesía concreta, no atribuible a un autor determinado si bien el primero que la utiliza con frecuencia es el italiano Carlo Belloli desde 1943 (por cierto, quien se arroga el derecho de ser el primer poeta concreto en el sentido moderno, no sin justicia) y más tarde Arrigo Lora-Totino, autores no mencionados por Pedrolo en su prólogo a la citada antología de Viladot, aunque serían conocidos por el poeta catalán. Esta idea de síntesis y concisión a través de su sintaxis visual (simétrica o no) y del uso ideogramático es el que justifica la “línea esencialista” en la que Rafael de Cózar agrupa la obra de Guillem Viladot.
Una línea esencialista que tiene su correlación en el aspecto tipográfico, que se refleja en el letrismo de sus composiciones a lo largo de toda su trayectoria. Una disposición tipográfica no exenta de cierta sensación semántica, en muchas ocasiones. En otras, repetición tipográfica sobre un elemento matriz que nos hace recordar las composiciones del alemán Hänsjorg Mayer, quien desarrolla su actividad en los primeros sesenta y sobre el que tal vez hubiera llegado información a Viladot, seguramente a través de su amigo Joan Brossa, con quien comparte muchos aspectos creativos constituyendo lo que es la tercera vía de creación: la representación objetual, que pasamos a comentar seguidamente no sin antes poner en claro una confusión habida durante algún tiempo.
La figura y la obra de Viladot surge aislada en la poesía experimental catalana con el desconocimiento de la obra de Brossa (como el propio Viladot ha declarado en ocasiones) y , una vez en contacto los dos autores, a posteriori, es cuando ha habido lugar para las mutuas influencias, sin embargo, por comodidad de la crítica (que suele construir sus teorías forzando la realidad y no a la inversa) se llegó a hablar de Viladot como imitador de la obra de Joan Brossa, restándole el mérito, lo que queda totalmente injustificado, aunque la crítica ahora parece haber rectificado y lo desmiente.
La amistad de los dos poetas surge en torno a 1970 y fructificará poco después en lo que con el tiempo se ha convertido en la primera exposición de poesía visual catalana, realizada en Lleida en el año 1971, en donde se les une Iglesias del Marquet. Guillem Viladot no entra a formar parte del grupo Dau al Set, como su colega barcelonés, aunque sí mantendrá contactos con algunos miembros, su poemario 5 + 1 lais concrets d’homenatge a Antonio Tàpies –1969- no deja lugar a dudas , al respecto parece haber un intertexto significativo del pintor barcelonés en su composición Gran Y (1980) composición a todas luces inspirado en el poema de Viladot Y de home (Poemes de l’home, 1973).
Por otra parte el sentido existencial del azar plasmado en Cantates, fugues i colls de la baralla a través del leit motiv de los naipes en una composición plástico-visual en donde la tipografía queda integrada junto a diversos elementos nos recuerda a las imágenes ilusionistas, al código criptográfico de Joan Brossa, recursos a los que echará mano más adelante en sus fugas de vocales, basado en la permutación, el azar y lo lúdico. Como vemos, existen sinergias productivas entre estos dos autores que han sido luego confusas a la hora de estudiar sus fuentes.
Sobre estos cimientos, Guillem Viladot, con el paso del tiempo, se ha ido desarrollando la figura de un poeta que, si bien discreto y prudente en sus apariciones (decimos) no por ello ha pasado desapercibido, siendo un artista cuya presencia en las antologías retrospectivas ha estado siempre fuera de toda discusión, estableciendo su radio de acción sobre todo durante los años 70 y 80. La Fundació Lo Pardal, creada y auspiciada por su persona desde su pueblecito Agramunt, en la provincia catalana de Lleida, es ahora tras el fallecimiento del poeta en 1999, la encargada de respaldar su obra y su persona entre todos nosotros, una obra sugestiva, madurada y precisa, sin estridencias ni alharacas, sencilla y recatada como el ámbito rural en donde siempre residió, rasgos todos ellos que han forjado en Guillem Viladot, hoy por hoy, su personalidad insoslayable.
José Juan Martínez Bueso
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