Este mes de abril, mes cofrade por excelencia, el Museo Santa Clara de Zafra ofrece la pieza del mes: San Buenaventura y la pieza invitada, el Cristo doloroso articulado.
San Buenaventura Relieve en madera, policromado y estofado61 x 60 x 32,5 cm Alonso Rodríguez Lucas y Diego Díaz 1670-1672
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Aún vivía Francisco de Asís, cuando nace, en un pequeño lugar de la Toscana (Italia), Juan de Fidanza (1221-1274); quien, siendo muy joven, cambiaría su nombre por el de Buenaventura al profesar en la Orden de los Hermanos Menores.
Formado como teólogo en la universidad de París, de la que llegó a ser profesor, fue elegido ministro general de la Orden y consagrado cardenal. Participó en el concilio de Lyon, buscando la unión infructuosamente de las iglesias católica y ortodoxa.
Fue Buenaventura fraile humilde y sabio, que legó una importante obra teológica, mística y exegética. Pero serán sus libros orientados a la religiosidad franciscana, sobre todo las Leyendas Mayor y Menor, que cuentan la vida de san Francisco, los que le darán el sobrenombre de Doctor Seráfico.
Y como escritor está representado en este relieve de escuela sevillana: vestido con el hábito franciscano, imberbe, en una mano lleva un cuaderno y con la otra sostendría una pluma. Un nimbo carmesí, alusivo al capelo cardenalicio, rodea su cabeza.
La pieza formó parte del retablo mayor de la iglesia conventual, fabricado entre 1670 y 1671 por el taller de Alonso Rodríguez.
Lucas, que se encargó de la talla y el ensamblaje. Mientras que el dorado y la policromía, realizados en 1672, corrió a cargo de Diego Díaz.
La pieza fue retirada del retablo en 1711, al ocupar su espacio el dosel de la hornacina que acoge a la Virgen del Valle. Una idea de la disposición original, nos la ofrece el retablo mayor de las carmelitas de Fuente de Cantos, ejecutado en 1675 por Juan Martínez de Vargas, al que se obligó a seguir fielmente el modelo zafrense.
Restaurada en 2013-14 por el equipo dirigido por D. Francisco José Sánchez Concha y Dª. María Dolores Zambrana Vega, del Departamento de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. Con el apoyo de la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno de Extremadura, del Excelentísimo Ayuntamiento de Zafra y de la Asociación de Amigos del Museo y del Patrimonio de Zafra.
El Cristo doloroso articulado, Caña de maíz y papel policromados, 163 x 47 x 40 cm Taller de Tlaxcala (México), Último tercio del siglo XVI Colegiata de Nuestra Señora de la Candelaria de Zafra.
Se atribuye a los purhépechas o tarascos, pueblo premexica asentado en Michoacán, la invención de la técnica de la escultura en pasta de caña de maíz, que daba tal ligereza a las estatuas de sus dioses que «siendo de la corpulencia de vn hombre mui grande, pesan tan poco, que los puede llevar vn Niño». Tras la conquista, los frailes, encargados de su evangelización, apoyaron esas técnicas, pero ahora al servicio de la nueva fe.
Si se rebajaba el peso de las imágenes su carga procesional resultaba más llevadera para los portadores. Pero para ello fue necesaria, por parte de los maestros indígenas, la asunción de los ideales estéticos y devocionales de la metrópoli. Debido a estas razones, algunas de esas imágenes tomaron el camino de España, desde fechas tan tempranas como 1531.
Entre ellas, cruzó el océano, este Crucificado de la Colegiata, si bien desconocemos por qué y cuándo llegó a Zafra; donde fue adaptado para el ceremonial del Descendimiento y Santo Entierro del Viernes Santo, por lo que nos muestra al Señor como si estuviese aún colgado de la cruz.
Como simbiosis de dos mundos, este Cristo doloroso articulado responde a modelos de la escultura española de la segunda mitad del Quinientos, pero está fabricado en caña y pasta de maíz siguiendo la tradición tarasca: con una longitud de 163 centímetros, pesa tan solo 6,8 kilos. Y si lo comparamos, tanto en conjunto como en detalles (caída del cabello y tipo de barba o el perizoma), con el llamado “Cristo de Cortés” de la catedral de Tlaxcala (México), resulta evidente que ambos responden a unas mismas manos o un mismo taller.
Por su mal estado de conservación, esta exposición entre otras cosas pretende evidenciar su necesaria y pronta restauración.
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