Él no quería. Y él no quería. Su cuñado y amigo mío, también de nombre Manolo, insistía e insistía.

Trataba de convencerle, pero todo esfuerzo era inútil. Su casa de la calle Jerez no se vendía.

Hasta que un día, comentando cansinamente sobre el mismo tema, Manolo Pérez entendió que la venta podía ser una buena cosa para el pueblo y nos vendió la casa pero antes hubo de hablar y dejar claro que lo hacía porque estaba seguro  de que nosotros la utilizaríamos para promocionar su tierra de adopción. Zafra. Corría el año 2004.

Desde entonces la amistad surgió y no hizo más que crecer con el paso del tiempo. Como una mancha de aceite se fue extendiendo por toda su familia, por todos sus amigos. Entendimos que la amistad que toda la familia nos brindó iba mucho más allá del puro formulismo. Notamos cómo el cariño manaba a borbotones. Y nosotros, provincianos de ciudad, con falta de pueblo, nos encontramos en un entorno desconocido y tierno. Amable y agradecido, vacío de intereses materiales. Se amplió nuestra familia casi de la noche a la mañana. Una familia con letras grandes donde sólo se disfrutaba y se le añoraba cuando tardábamos en reencontrarnos.  

Todos tenéis una ventaja respecto a nosotros. Todos le habéis disfrutado más tiempo. Nosotros llegamos más tarde y tuvimos que darnos prisa  en exprimir toda su bondad y conocimiento.Pero nunca es demasiado tiempo.

Él no está ahora presente. Nos ha dejado pronto su voz y su figura pero nos queda su genio y su presencia, su vista larga desde El Chozo será eterna. Ya no habrá que ir a buscarle. Ahora sí que le tendremos cerca siempre y su conversación será interminable.

Acompañará a su jefa Visi y a todos sus hijos permanentemente y con ellos estaremos todos los amigos y familiares . Todos los familiares  y amigos.

Eso sí, nos tendrá que compartir en sus discusiones infinitas con los sabios que le rodearán ya donde está y que no saben bien quién les ha visitado eternamente. Alguno se querrá volver al mundo.

Y tendremos que ser mejores porque Él nos acompaña, nos guía y nos vigila SIEMPRE.

José Ramón Velasco