No son pocos los que se refieren a la educación como motor de cambio. Dicen que el conocimiento nos libera y nos da alas paravolar detrás de nuestros sueños. Entonces, ¿por qué en nuestra sociedad son constantes los ataques a la educación? Por una parte, el sector público se encuentra cada vez más hostigado por recortes y leyes injustas. Por otra, hay todavía profesores que siguen utilizando métodos propios del siglo XIX (suerte que cada vez menos) y que se niegan a salirse del manual.

Por no hablar de la auténtica vieja escuela… Niños castigados frente a la pared por no saber contestar a una pregunta, u obligados a quedarse en el comedor hasta acabar las judías que tanto odian. Deberes, lecciones de memoria (que ahora ni recordamos), castigos, gritos, más deberes… ¿Acaso la educación no debería impulsar a las personas? ¿No tendría que potenciar lo bueno de cada uno, en vez de aplastar nuestra autoestima como si fuera un insecto?

Pero existe una alternativa frente a esta contradicción. La llamada Educación Libre. Se han formulado muchas definiciones, pero básicamente, es aquella que permite el libre desarrollo del niño, mediante estrategias que potencien sus gustos y capacidades. La educación que libera, que hace crecer. Que no enseña a competir, sino a poner en práctica la solidaridad y la cooperación.

La idea no es nueva. A lo largo de la historia han existido grandes aportaciones a este tipo de pedagogía. Como la de María Montessori. Muchos hemos oído hablar de las escuelas que llevan su nombre, pero ¿cuál fue su origen? 

María Montessori nació en Italia en 1870,y además de ser educadora, filósofa,  psicóloga y científica;  fue la primera italiana graduada en medicina. Podemos imaginar lo que sentía en clase, rodeada de hombres que no la tomaban en serio por ser mujer. Quizá esto influyera tanto en su feminismo (adaptado a la época) como en su concepción de lo que la educación debería ser. 

Trabajó además con todo tipo de niños: pobres, con necesidades especiales…Consideraba fundamental el desarrollo de la libertad del niño, así como el papel del adulto como acompañante, como una especie de guía que a su vez también debía aprender del alumno. Le daba mucha importancia a los espacios,  a los ambientes iluminados, cálidos y armoniosos. Consideraba que la mente de los niños era una esponja y absorbía todo del ambiente que los rodeaba.

Otra figura imprescindible es Paulo Freire. Nació en el seno de una familia humilde brasileña (1921). Vivió la crisis de 1929 cuando solo era un niño, de ahí su empatía con las clases más desfavorecidas de la sociedad, con losNadies de los que hablaba Galeano… Freire defendió el acercamiento de la cultura a todas las clases sociales; quería una educación popular al alcance de todos. Criticaba lo que él denominó Educación bancaria, aquella al servicio de los intereses del capital. En cambio, apostó por una enseñanza basada en la compresión del contexto, el respeto, la transformación, y por la ruptura de barreras entre maestro y alumno.La educación para él, debía ser un acto de amor y de valor, con la implicación de ponerse siempre en la piel del niño para entender lo que pasa por su cabeza.

A nivel nacional, no podemos olvidar la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 por Francisco Giner de Los Ríos y Nicolás Salmerón (entre otros). Sus logros se sucedieron hasta que en 1936 tuvo que parar debido a la guerra y a la represión ejercida por los franquistas. Resurgió en los setenta y hoy en día, continúa desarrollando su actividad (con el nombre Fundación Giner de Los Ríos) y siendo un referente para la cultura y las nuevas ideas.

María Zaballos Terán

Foto Portada: Gonzalo Palomo

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