Veterinario de oficio y vocación absoluta, Juan Bueso fue un pionero en la investigación y uno de los hombres que impulsó lo que hoy es la Feria Internacional Ganadera de Zafra, un hombre de nuestra tierra lleno de talento y generosidad cuya figura recordamos en este artículo
Afortunadamente hoy disponemos de grandes redes y avances de todo tipo (tanto técnicos y científicos como sociales) que nos facilitan e impulsan sobremanera nuestra tarea, y es por ello precisamente que conviene echar la mirada atrás para reconocer nuestro legado y con él a aquellos hombres esforzados que con toda ilusión dedicaron su vida de trabajo a asegurar el camino por el que hoy discurrimos.
Y los tenemos muy cerca de nosotros. Uno de aquellos hombres (sobre cuya figura a continuación se hablará), firmemente comprometido con su entorno, veterinario absoluto en oficio y vocación fue Juan Bueso Gómez quien desarrolló su tarea en tiempos heroicos, a años luz de la tecnología digital de la actualidad, en un medio muy áspero de una sociedad agraria que empezaba a despertar del letargo tras la inmediata posguerra española, en unas condiciones ya de por sí muy penosas, a las que se añadía la dura condición del medio rural de una pequeña ciudad del suroeste español, Zafra que, pese a gozar de cierto renombre, no dejaba entonces de ser periferia (con lo que esta idea acarreaba), de escasos recursos, muy lejos del holgado desarrollo globalizado que hoy se ha conseguido. Pero es en los tiempos adversos (como es ahora y como ha sido siempre) donde se demuestra la fortaleza de las personas y también su generosidad. Es en esta realidad tan difícil donde va a surgir Juan Bueso como un oasis de humanidad y ciencia convirtiéndose en una referencia veterinaria (y también social) del suroeste español desde la actitud más puntera e innovadora del momento, siendo verdadero pionero de proyectos impulsando e ilusionando a otros profesionales del ramo.
Muchos le recuerdan de gabardina y gorra visera con gesto grave, visitando alguna finca de la comarca de Zafra para vacunar al ganado en mañanas interminables. Otros muchos le recuerdan en su consulta veterinaria o también absorto analizando durante horas muestras varias en el microscopio de su laboratorio.
Juan Bueso unía a su gran talento un extraordinario carisma sembrado de una apabullante sencillez. Sabía ser y también sabía estar en todas las ocasiones con todo el mundo (desde altos dignatarios, ganaderos y empresarios hasta el más humilde campesino), lo que le granjeó enseguida el respeto y la amistad de todos sus colegas y la de su entorno inmediato.
Como se ha dicho fue todo un pionero en su labor profesional. Mantuvo siempre que la labor de un veterinario estaba en el campo, al contacto con los animales y con la gente que le necesitara. Pese a ello Juan Bueso integró (cosa poco frecuente hoy y aún menos en su época) todos los ámbitos naturales en la vida profesional de un veterinario: en primer lugar, la labor sanitaria propia de su consulta veterinaria al contacto con toda clase de personas (especialmente ganaderos); en segundo lugar desarrolló la seguridad alimentaria o bromatología derivada de la labor del veterinario titular de Zafra, supervisando los alimentos puestos a la venta en el mercado municipal y destacó la investigación científica que desempeñaba en su laboratorio (recurso excepcional limitado prácticamente sólo a las universidades), gracias a la cual muchos colegas podían disponer de un diagnóstico preciso que en aquellos entonces era difícil sostener sin análisis riguroso, por lo cual recibía visitas de todo Badajoz y aun del norte de Huelva y parte de Sevilla), sin olvidarnos en tercer lugar la faceta de la producción animal, causa de ello fue la importante granja avícola en Zafra que tuvo a su cargo, paralela a otra granja en el mismo espacio, dedicada a la cría, recría y cebo de terneros con toda la tecnología más avanzada de la época, a la que se añaden dos aspectos destacados más en los que nos detendremos a comentar: la dinamización empresarial del sector agro-ganadero y, una faceta muy importante, las publicaciones que recogían todas estas experiencias anteriores.
Fruto del compromiso de Juan Bueso con su medio social fue su concejalía en los años 50 durante el gobierno municipal de Antonio Chacón en Zafra, cargo que le permitió en los 60 impulsar las ferias ganaderas de Zafra (la de San Miguel fundamentalmente, pero también la popular feria del moco y la de San Juan) con modernas instalaciones, precedente de lo que hoy es la FIG, como se recordaría en el homenaje que le rindió la institución ferial de Zafra en el año 1990, como se encarga recordar Santiago Malpica en su artículo Juan en mi recuerdo (Revista de Feria de Zafra, 1995)
. Su nombre figura (como consecuencia de otro de sus compromisos) en una placa de la actual sede del Colegio de Veterinarios de Badajoz en la calle Santa Marina, que se reconstruyó siendo él miembro de la directiva junto a Cruz Guzmán, Álvaro Paredes, y Arturo Sanabria entre otros miembros.
Lo excepcional en la profesionalidad de Juan Bueso, como se puede entender, aparte de su carácter pionero, consistió en que todo el conocimiento que él fue adquiriendo durante sus estudios, durante sus investigaciones a lo largo de los años los fue poniendo en práctica de la manera más eficaz. Pero ahí no queda la cosa. Es que además de todas estas tareas, ese conocimiento acumulado lo iba publicando en revistas especializadas, compartiéndolo con sus colegas y con todo aquel interesado con el fin de que ese conocimiento pudieran a su vez ponerlo en práctica. Es de destacar al respecto las Notas prácticas de patología porcina española, que llegaría a ser 2º premio del grupo Patología porcina, en el V Concurso científico del prestigioso laboratorio Neosán de Barcelona. O también Diagnóstico de las principales infecciones del cerdo adulto en la Revista del Colegio Oficial de Veterinarios de Badajoz en septiembre de 1957 o su artículo Impresiones avícolas publicado en la revista de la Feria de Zafra en 1964, publicación en la que periódicamente aparecería mostrando sus inquietudes sobre la dinamización de la feria como La Feria en números (1952), Informe estadístico y económico (1954), Nuestra ganadería provincial (1968) y El ¿negocio? Ganadero (1973) entre un puñado de artículos.
Juan Bueso gustaba compartir y ofrecer sus inquietudes en sus artículos, revelando la generosidad que siempre le caracterizó (aunque siempre lo negara) y que conviene destacar, pues su gran humanidad siempre le acompañó toda su vida, al igual que su esposa María Ramos Escudero (con la que llegó a celebrar sus bodas de oro en los 90, pocos años antes de que nos dejara).
Estamos hablando de un hombre que unía su brillante talento profesional e intelectual a una extraordinaria bonhomía y don de gentes, tanto más cuanto era un hombre silencioso y meditabundo, lo que no era óbice para mantener largas tardes de tertulia en su exquisita biblioteca, en donde recibía visitas de otros colegas de la comarca, amigos ganaderos y personalidades muy variadas.
Era un hombre de talante ya de por sí muy generoso y además todo un filántropo, siendo éste un rasgo a destacar que amparó muchas de sus acciones, ofreciendo su capacidad al servicio de la población de Zafra. El bien común siempre le guió y en este sentido mantuvo la educación y la formación como valores fundamentales de la sociedad, gracias a los cuales poder desarrollar una vida digna. Esta idea hoy tan asumida no lo era tanto ni estaba tan difundida en los años 40 en España, cuando el contexto social y económico en muchos casos sólo exigía la pura supervivencia. Juan Bueso predicaba con el ejemplo y por ello cedió al Ayuntamiento de Zafra parte del recinto de su granja para la construcción del Colegio Público Manuel Marín de esta localidad (colegio erigido rayando los 80).
Nos dejó en el año 95 con un considerable legado científico, social y humano. Don Juan Bueso fue siempre y en todo momento conocido y estimado como el veterinario de Zafra pero como hemos visto desarrolló otras tantas áreas dentro del gremio unas (tal vez) más vistosas que otras pero siempre realizadas con eficacia y sobre todo, y lo más importante, siempre pensando en el bien común de acuerdo a su mentalidad práctica, rasgos que hicieron de él un profesional a la vanguardia del campo veterinario del suroeste español o, más sencillamente, (como le hubiera gustado a él), del campo extremeño sin más nada, al que dedicó toda su vida en una labor continua y callada en la alta estima de todos sus colegas y con la simpatía del pueblo, que siempre vio en la persona de Juan Bueso un modelo de inteligencia y cultura pero sobre todo, un modelo a seguir como hombre íntegro, generoso y sencillo.
José Juan Martínez Bueso
Otros artículos relacionados:
Utilizamos cookies propias y de terceros para el análisis de la navegación de los usuarios. Si continua navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Ok Más información