En un tranquilo hotel de provincias va a suceder una anécdota en apariencia inocente que sin embargo ocasiona una cascada imprevisible de consecuencias que el detective Tobías del Bosque está investigando. Roberto el recepcionista, la limpiadora Jenni, G Dupont y su señora dan su versión de los hechos sobre la versión inicial propuesta a cinco de los escritores del Taller Club Literario Madreselva: Raúl Martínez, Carmita Pachón, Claudia Vázquez, Antonio Garfia y Olga Alfonso configuran este puzzle de perspectivas
Roberto es recepcionista en el hotel Armonía. Trabaja por las mañanas desde las 7 hasta las 3 de la tarde y por eso, desde hace unos días, coincide con un grupo de profesionales que han venido al hotel (procedentes todos de una misma empresa situada en el norte de España, aunque algunos parecen franceses por su acento).
Como cada día, les saluda cuando llegan todos al comedor a tomar su desayuno a primera hora y también cuando salen todos juntos hacia su tarea (en las instalaciones de un pueblo cercano) en torno a las 8’30 de la mañana.
Esa mañana Roberto también les saluda cuando se van. Y a los diez minutos suena el teléfono del hotel. Recoge una llamada de la esposa de uno de los profesionales que están alojados y le pasa la llamada. Se enciende la luz verde en el panel de la centralita bajo el número de la habitación correspondiente y esto asegura a Roberto que se ha establecido la comunicación deseada.
¿Pero cómo es posible? Tras unos momentos recuerda que hace un buen rato ha saludado a los profesionales que ya deben de estar en su trabajo. Tal vez (podría ser) que alguno se haya quedado indispuesto …
A las 12 del mediodía Jenni la chica de la limpieza pasa por la recepción del hotel y le comenta a Roberto que no le ha gustado nada la broma que (como es habitual en Roberto) le acaba de hacer a la chica por teléfono. Ella le cuenta que habló (o más bien escuchó porque no le dejó hablar más de dos palabras) con una mujer muy rara que hablaba no sé qué y se puso de malas con ella, que echaba demonios por la boca.
Entonces Roberto le explica y ambos ríen la anécdota.
Pero al volver al día siguiente, a primera hora, Roberto se encuentra con su jefa, quien le exige firmemente que le explique lo sucedido con G. Dupont (uno de los profesionales, clientes del hotel Armonía) porque se le acusa de haber roto su matrimonio.
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