Roberto (2/5)

Me llamo Roberto Ruiz erre doble para los amigos. Soy de Málaga y tengo 35 años. Estudié Empresariales en la Sorbona de París; terminada mi carrera empecé a echar currículos a diestro y siniestro por bastantes países de habla hispana y francesa, pero con esto de la crisis no encontraba trabajo de lo mío, y los pocos ahorros que me quedaban me los gasté todos en teléfonos y fotocopias que de nada me sirvieron, y mira que lo intenté; así que después de un año viviendo a salto de matas, no tuve más remedio que agachar la cabeza y volverme a España.

No habrían pasado más tres meses de mi vuelta cuando sonó mi teléfono proponiéndome un trabajo de recepcionista en un hotel de de Cantabria. No lo dudé un instante y al día siguiente me encaminé rumbo a mi destino. Me hicieron una entrevista en español y otra en francés y cuál no sería mi sorpresa cuando me dijeron mañana comienza a trabajar. Yo me quedé un poco anonadado con la noticia, pero no me daban tiempo a que me lo pensase, así que acepté la oferta sin más.

Al principio me sentía un poco desplazado y desanimado, pero soy malagueño y optimista, y enseguida le puse al mal tiempo buena cara, y aquí me encuentro en un hotelito casi familiar llamado Armonía a 10 kilómetros de Santander, ubicado en un paraje de ensueños rodeado de montañas y a la vera de un preciosísimo lago, con un agua tan transparente que no necesitas espejos para mirarte por las mañanas.

  Este hotel se dedica sobre todo a convenciones, donde se reúnen empresarios, políticos, médicos, etc. Como es tan acogedor muchos huéspedes vuelven a él con cualquier excusa.

Ahora está ocupado en un 90 por ciento por científicos y sus staffs, de varios países europeos y americanos que trabajan para un laboratorio de una empresa hispano-francesa, donde están estudiando una planta autóctona de Cantabria que según ellos contiene unas sustancias que podrían desacelerar el calentamiento global de la tierra, y pretenden plantarlas en otras partes de nuestro planeta con características de climatología y orografía , similares a Cantabria, de llevarse a cabo este proyecto con éxito, el agujero de la capa de ozono podría reducirse mucho incluso llegar a desaparecer.

  Muchos de estos científicos y sus ayudantes son de habla francesa, y como yo domino bastante bien esta lengua, tienen muy buen filin conmigo.

Mi horario de trabajo es de diez de la noche a diez de la mañana, doce horas diarias descansando solo los domingos, pero tengo la ventaja de que luego puedo tomarme varios meses de vacaciones, aunque siempre dependiendo de las necesidades del hotel.

Con este amplio horario tengo mucho tiempo para conversar con los huéspedes, sobre todo con los noctámbulos que siempre los hay en cualquier grupo por distintas que sean sus profesiones. Entre los que están ahora hospedándose está un señor francés llamado Monsieur Dupont que todas las noches, mientras se toma su copita se coñac, comparte conmigo qué tal le ha ido el día y poco a poco va haciéndome partícipe de sus confidencias más íntimas, llegándome a hablar incluso de su vida matrimonial. Ha llegado a contarme que su esposa es muy celosa y todo ha sido causado por situaciones equivocas y totalmente fortuitas, pero que parecían muy reales. De hecho su matrimonio había peligrado no hace mucho, cuando una mañana a su secretaria se le cayó algo al suelo y él se agachó como buen caballero para ayudarle a buscarlo y resultó ser una pulsera, ella le pidió que se la abrochase y en esto estaban, peleándose con el broche, cuando la puerta se abrió y apareció Madame Dupont, al ver la escena de los dos en esa posición peleando con el broche de la pulsera, 

Madame Dupont sin mediar palabra, dio un  grito y un portazo y se marchó sin dar tiempo a que pudiésemos aclararle la situación.  Tanto mi secretaria como yo queríamos darle una explicación de lo sucedido, pero no había manera de hacerle entrar en razón. Tuve que pelear mucho y durante bastante tiempo para que al final se convenciese, pero desde entonces no acaba de confiar mucho en mí, esto me contó Monsieur Dupont, hace varias noches y así lo cuento yo. A mí me encanta conversar con él y con otros huéspedes pues siempre hay algo interesante en sus vidas que hace que conozcas costumbres y hábitos que te enriquecen. 

Yo soy una persona que me encanta dar bromas y como sé de qué pie cojea cada quien, procuro hacer la broma más apropiada a cada persona y situación.

 Pero la última que he dado hace unos días me ha salido el tiro por la culata, como suele decirse, he estado a pique de perder mi puesto de trabajo, cosa que aún está en el aire, y creo que si no me han despedido es debido a mi dominio del francés.

 Monsieur Dupont recibe todas las mañanas y todas las noches una llamada de su esposa, dice que para contarle como siguen los niños, pero él piensa que la realidad es que no se fía de él. Esta mañana al salir para el trabajo como cada día me saluda y me entrega la llave, porque dice que es muy despistado y teme perderla, me dice que va retrasado porque su señora aun no lo ha llamado pero que él tiene que marcharse porque tiene a todo el equipo parado esperando que llegue... Habrían pasado apenas diez minutos desde su marcha cuando oigo la voz de Madame Dupont a través del teléfono, Bonjour  Madame, no,  no he visto a su esposo, él siempre me da los buenos días , y si claro estará en su habitación, ahora mismo le paso. Que tenga un buen día Madame.

  Antes de la llamada yo previamente me había puesto en contacto con la limpiadora para que arreglase esa habitación la primera, pues Monsieur Dupont tenía una cita muy importante, con un colega suyo y debía realizarla en la intimidad.

 Bueno pues la broma consistió en que Madame Dupont escucho al otro lado del teléfono, la voz de una mujer. Cuál no sería su asombro y su enfado que en aquel momento unilateralmente pidió el divorcio. De nada le sirvió esta vez a su esposo hacerle entender que era la limpiadora, como es lógico ella no creyó nada de lo que él le explicaba.

 Después de este incidente Monsieur Dupont puso una demanda a la dirección del hotel, y a mí no ha vuelto a dirigirme la palabra, cosa que entiendo, también ha estado a punto de abandonar el hotel, y con ello dejar el proyecto de investigación, en el que está involucrado, pero gracias a Dios, es una persona muy responsable y después de pensarlo fríamente, ha seguido con el proyecto, anteponiendo su trabajo de científico a su vida personal.

 Así que aquí estoy yo ahora con mi corazón y mi trabajo pendiente de un hilo sin saber en que acabará todo esto. Como comprenderán estoy arrepentidísimo pero lo hecho, hecho está y ya no hay solución. He roto un matrimonio y esto es muy grave y además el perjuicio ha transcendido también al buen nombre del hotel.

 A todos los bromistas quiero decirles que cuidadito con las bromas pesadas pueden costarles muy caras.

  Ya os iré contando cómo van desarrollándose los acontecimientos, ahora esto es una incógnita.

Carmita Pachón

Las otras piezas del puzzle

A ritmo de jazz 

Roberto

G Dupont promotor

Una llamada inesperada 

Una mala caída 

 

Otros proyectos del Taller Club Literario Madreselva:

Comentarios

Enviar un comentario

Para poder comentar debes estar registrado. Regístrate o accede a tu cuenta.

No hay comentarios por el momento.


Produce Madreselva Servicios Culturales, S.C.
revistamadreselva@gmail.com
Apdo. Correos 381, 06300 Zafra (Badajoz)
Aviso Legal | Servicios | Publicidad
Utopia.es - Internet más cerca
Aviso

Utilizamos cookies propias y de terceros para el análisis de la navegación de los usuarios. Si continua navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Ok Más información