Durante el pasado, muchas mujeres que vivieron por y para la música estaban a la sombra de sus maridos, genios de este arte. Es el caso de Clara Schumann, Alma Mahler y también de Cósima Wagner. Ellas llegaron a sacrificar su talento por el de sus esposos y ayudaron a nutrir la carrera musical de sus compañeros.

Cósima Wagner se llamaba, de nacimiento, Cósima Liszt y era la hija ilegítima del apasionado romance que el pianista y compositor húngaro Franz Liszt tuvo con la condesa y escritora Marie d’Agoult, una de las bellas intelectuales de la época. Cósima nace en Italia en 1837 y es educada lejos de sus padres.

La llaman la cigüeña por su estatura y delgadez, recibe una exquisita educación que incluye, evidentemente, la música. Cuando es adolescente conoce a un amigo de su padre: Richard Wagner. A los diecinueve años se casa con Hans von Büllow, famoso pianista y director de orquesta, alumno de Liszt y amigo de Wagner. Büllow dirá de ella: “es una pianista sensible y capacitada, una música excelente”. El matrimonio tuvo dos hijas y fue dictado más por el deber que por el amor. A ambos les unía la pasión por el arte de Wagner.

Cuándo se enamoró Cósima de Wagner es difícil de precisar. Su relación matrimonial no va bien y finalmente aclaran sus sentimientos: sin llegar a separarse de Hans von Büllow, Cósima convive con Wagner en una libertad de costumbres que asombraría a sus coetáneos. Escandalizan a la época con un ménage à trois que comenta toda Europa. Büllow permite estos amores pero, a cambio, retiene a sus hijos por lo que la vida de Cósima es un auténtico suplicio. Amor y distancia, culpa y disciplina curten a esta culta mujer que se entregará en vida al genial y caprichoso Wagner.

Es entonces cuando entran en escena el rey Luis II de Baviera y el filósofo Friedrich Nietzsche. Luis II se enamora también de Wagner y premia sus dispendios y sus óperas con dinero y construcción de teatros. Todo es poco para el genial Wagner. Nietzsche cae también bajo la seducción del músico, pero entrega su corazón y su primer libro importante a Cósima, por quien sentirá durante toda su vida una veneración apasionada y distante.

Richard y Cósima se van a vivir juntos en 1866 a Suiza. Sin embargo, hasta 1870, Hans von Büllow no le concede el divorcio a Cósima. El 25 de agosto de ese mismo año, finalmente, se casan (la primera mujer de Wagner, Minna Planer, había muerto varios años antes). El matrimonio de Wagner y Cósima fue una unión feliz, y ella se dedicó al maestro con absoluta fidelidad.

Cósima y Wagner tienen tres hijos: Isolda, Eva y Siegfried, que se casará con Winifred, una mujer que admirará a Hitler. Cósima escribe un extenso diario en el que vuelca también sistemáticos comentarios contra los judíos en una época previa al nazismo. Richard Wagner llegó a escribir El judaísmo en la música, en el que aseguraba que ningún judío podía llegar a ser buen compositor. A pesar de esos comentarios racistas y antisemitas, su actitud creativa y musical continúa: el festival wagneriano es un hecho, también la construcción del teatro, Bayreuth, que lo alberga hasta hoy.

Richard Wagner dirá: Cada piedra de este edificio es roja de mi sangre y de la tuya. Ella había escrito: El día de vuestra muerte será la mía. Pero no será así. Richard Wagner muere en 1883 y Cósima vivirá cuarenta y siete años más, hasta 1930. Ella asume la dirección del Festival de Bayreuth y crea una forma única de interpretar a Wagner. Con mano decidida, hace del culto a su esposo toda una vocación y entrega, durante una apasionante vida marcada de principio a fin por la música pues, no olvidemos, ella fue también hija de Franz Liszt.

Para conocer más sobre ella puedes leer esta biografía: