Se hace muy recomendable introducir el ajo en nuestra dieta, ya sea cocido, frito o crudo.
El ajo tiene propiedades antioxidantes y antibacterianas ya que ayuda a combatir un buen número de bacterias, virus y hongos. Esta acción antibacteriana del ajo es debida a la alicina.
La alicina, además de incrementar las defensas del organismo, también es útil para preservar la inocuidad de otros alimentos o de comidas específicas.
El ajo reduce el colesterol y la presión arterial ya que su contenido en compuestos sulfurados contribuye a mejorar la circulación de la sangre al reducir el bloqueo de las arterias. De esta manera el ajo reduce el riesgo de inflamaciones y enfermedades cardiovasculares y ayuda a reparar los daños causados por la arterioesclerosis.
Además los componentes del ajo son capaces de bloquear los efectos de los agentes causantes del cáncer, es un antiséptico natural y desinfectante entre otras cosas como calmar dolores de estómago e intestinales.
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