El camino que te ha traido hasta el paisaje de tu cuerpo, desde tu partida allá quien sabe donde hasta este momento del tiempo y del espacio.
Llegas. En un primer momento no te fijas en detalles, solo observas la grandiosidad, estas aletargado por culpa de la impresión del momento.
Otros cuerpos te observan… están junto a este camino también, pero no actúan, simplemente se dejan llevar. Se notan hambrientas. Han comido todo lo que esta a su alcance y no tienen opción de ir mas allá.
Pones un poco de atención y oyes el sonido de la sangre que corre por todo el cuerpo, sangre que erosiona los sentidos y que cruzan todo el cuerpo de arriba a abajo, de un lado a otro.
Y encuentras tu rincón exquisito, ese donde confluyen tus sentidos y sientes tu agua en calma, donde se fusionan el verde de los campos, el azul de cielo y el contraste con sus nubes blancas que vienen y van.
Y observas algo pequeño, una célula, de las miles que forman el cuerpo, una de las que forman el todo de este bello paisaje lleno de grandiosidad y de energías microscópicas.